31 de julio de 2012

18 de julio de 2012

Europa

Hoy hace dos años tuve la posibilidad de hacer un viaje inesperado. Me iba muy chiquita y con tristezas nuevas, esas de las que revuelven todo adentro. Iba anhelando the time of my life, con un miedo adrenalínico y una seguridad en mi misma que tambaleaba. Los preparativos fueron un acontecimiento familiar que la distancia no frenó. Todos fueron conmigo a desde puntos diferentes a que yo me tomara ese gran avión, y creo que nunca me detuve a agradecer de palabra tal esfuerzo, aunque tal vez mi partida era otra buena razón para juntarnos nuevamente, las tristezas eran compartidas y eran mas livianas en familia. Un amigo me regalo la mochila, Sami, Cintia y las nenas el neceser completo para tantos días en otro continente, Ana unos buenos lentes de sol y Bettina un diario de viaje que no tiene fin... Entre todos me mandaron nomas, bien contenida, muy querida.
Puedo decir que algo de lizy quedo por la vieja Europa para siempre, y me animo a decir que Europa dejo en mi una valentía entrenada que sabré hacerla durar. Hoy fui a los cajones en busca del diario de viaje y encontré escrito el comienzo. Orgullo y nostalgia, aca se los dejo...

18 de Julio de 2010

"Acá empieza este diario de viaje"
 Ya sin llorar y con Mami en la mente abordé. Voy con una familia de españoles al lado y al frente. El avión es doble piso y el almohadón y la frazada estaban en mi asiento 41-k esperándome. Creo que ya no llueve afuera y esto se esta tardando mucho. ¿Cuánto mas me puede resistir el estómago con estas ansias? Es la primera vez que caigo en cuenta de la idea de irme tan lejos, pero la puerta esta cerra y ya no hay escapatoria. ¿Mi capricho llegó demasiado lejos? El televisor me describe la ruta que voy a cruzar, asegurando 10.093 kilómetros de agua. Asegurando mis nervios.
Ya con la bienvenida formal y las orejeras creo estar lista, ansiosa y asustada. (Suspiro).

22:25 hs: Ya se está moviendo, la experiencia comienza...a volar.




 










10 de julio de 2012

La levedad


Ahora diré cómo es Ottavia, ciudad-telaraña. Hay un precipicio entre dos montañas abruptas: la ciudad está en el vacío, atada a las dos crestas con cuerdas y cadenas y pasarelas. Se camina sobre los travesaños de madera, cuidando de no poner el pie en los intersticios, o uno se aferra a las mallas de cáñamo. Abajo no hay nada en cientos y cientos de metros: pasa alguna nube; se entrevé mas abajo el fondo del despeñadero.
Esta es la base de la ciudad: una red que sirve de pasaje y de sostén. Todo lo demás, en vez de elevarse encima, cuelga hacia abajo; escalas de cuerda, hamacas, casas hechas en forma de saco, percheros, terrazas  como navecillas, odres de agua, picos de gas, asadores, cestos suspendidos de cordeles, montacargas, duchas, trapecios y anillas para juegos, teleféricos, lámparas, macetas con plantas de follaje colgante. Suspendida en el abismo, la vida de los habitantes de Ottavia es menos incierta que en otras ciudades. Saben que la red no sostiene más que eso.