Esa esquina que si conozco y que es mía porque la odio a mi manera, la que admiré con nieve y con soles radiantes, la que corrí bajo lluvias y la pisé casi con los ojos cerrados cuando la risa descontrolada no me dejaba ver...los ojos estaban como entrecerrados, como cuando se me caían las primeras lágrimas después de la noticia aquel domingo de ramos. La cruce de la mano. La cruce sola.
Siempre suelo mirar para otro lado cuando se me acerca un volantero, pero al chico que estaba en esa esquina le acepté su volante. "A ver.." me dije, y para sorpresa mía que nunca doy bola a nada el volante que elegí entre cientos en Buenos Aires me decía SMILE en grandes letras azules, podes creer? smile me decía... Inmediatamente y casi como un acto involuntario le hice caso a mi papelito, mira vos que justo cayó!! casi que pegaba con la letra de mi canción!! Lo leí mas abajo y bueno, el papel era el volante publicitario para una mecánica dental pero no me importó. Se suele decir que las señales están bien encubiertas y hay que tratar de ser un poco mas perspicaz para encontrarlas. Me guarde el entusiasmo y tiré el papel en el basurero ya cuando me faltaba media cuadra por llegar a casa. Siempre me hago la ecológica cuando estoy de buen humor.
Doblando la esquina encuentro a otro chico repartiendo volantes, camine un poco mas rápido para alcanzarlo y casi le saco yo el volante de la mano buscando la misma emoción. Era de cartuchos. Creo que las señales, esas de las buenas se dan poco y es muy ambicioso buscarlas mas de una vez en esta cuidad, en esta mágica y a la vez puta cuidad.

Aina en la terraza, percibiendo Buenos Aires
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