20 de febrero de 2010

Mágica y Puta

Celular en el bolsillo de mi bolso marrón. Respectivos auriculares. Desde la parada del 109 cruzo la avenida, ya está terminando otro día y yo en él. Pero no hablamos de rutina eh, esta vez era diferente, esta vez yo le puse buena cara al barrio que odio y a mi cuidad sin espacio. "Que lindo que es estar en la tierra después de haber vivido el infierno" cantaba yo durante el camino a casa, porque esta canción me pega fuerte y la escucho todo el tiempo. Paré en el kiosquito de siempre en donde no conozco a nadie ya que cambian de pibes cada 4 días y medio. Ya tenía el pucho que me iba a acompañar justo justo cuadra y media mientras miro las vidrieras de siempre y un poco de la puesta de sol que se cuela entre los edificios. Porteros contando ya minutos y otros tirando las bolsas que no les pertenecían amontonando las veredas. Mujeres bien vestidas entrando al Disco después del trabajo para ver que van a hacer de cenar y que ignoran a la mujer sentada afuera con su bebé de dos años que les pide que le compren leche, médicos con mochilas terminando guardias, parejas enamoradas saliendo de la facultad abrazadas. Ningún taxi vacío. Todo lo de siempre y ninguna cara conocida. Llego a la esquina.
Esa esquina que si conozco y que es mía porque la odio a mi manera, la que admiré con nieve y con soles radiantes, la que corrí bajo lluvias y la pisé casi con los ojos cerrados cuando la risa descontrolada no me dejaba ver...los ojos estaban como entrecerrados, como cuando se me caían las primeras lágrimas después de la noticia aquel domingo de ramos. La cruce de la mano. La cruce sola.
Siempre suelo mirar para otro lado cuando se me acerca un volantero, pero al chico que estaba en esa esquina le acepté su volante. "A ver.." me dije, y para sorpresa mía que nunca doy bola a nada el volante que elegí entre cientos en Buenos Aires me decía SMILE en grandes letras azules, podes creer? smile me decía... Inmediatamente y casi como un acto involuntario le hice caso a mi papelito, mira vos que justo cayó!! casi que pegaba con la letra de mi canción!! Lo leí mas abajo y bueno, el papel era el volante publicitario para una mecánica dental pero no me importó. Se suele decir que las señales están bien encubiertas y hay que tratar de ser un poco mas perspicaz para encontrarlas. Me guarde el entusiasmo y tiré el papel en el basurero ya cuando me faltaba media cuadra por llegar a casa. Siempre me hago la ecológica cuando estoy de buen humor.
Doblando la esquina encuentro a otro chico repartiendo volantes, camine un poco mas rápido para alcanzarlo y casi le saco yo el volante de la mano buscando la misma emoción. Era de cartuchos. Creo que las señales, esas de las buenas se dan poco y es muy ambicioso buscarlas mas de una vez en esta cuidad, en esta mágica y a la vez puta cuidad.




Aina en la terraza, percibiendo Buenos Aires

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